martes, 18 de mayo de 2010

19 Abril 2006
Ensayo sobre la traición

"Amo la traición, pero odio al traidor". Julio César
El que sospecha invita a ser traicionado" François Marie Arouet, "Voltaire"
"Sólo pensar en traicionar es ya una traición consumada" Cesare Cantú.

¿Cual de las tres frases vale más, expresa con más justicia la realidad de lo que es uno de los fundamentos de la relación humana? Quizás ninguna de ellas englobe totalmente lo que nosotros pensamos sobre ese aspecto, porque la traición entre los "amigos" - por ejemplo - la repudiamos mucho más, de la otra, la más dolorosa, que a todos alguna vez nos a tocado sufrir, que es la del amor.
Traicionar a un amigo, ensuciar su trayectoria quizás irregular en la vida, pero que intenta ser digna y valiente, endilgándole pequeñez y bajeza, es un tipo de traición. Como también lo es, dejar atrás al menos rápido, no ayudar al más desvalido, no apuntalar al que lo necesita, no sostener al que se está cayendo, mirar con indiferencia la desgracia del prójimo, sin hacer absolutamente nada por cambiar el rumbo de las cosas.
La traición es también desconfiar de las conductas y de los valores éticos cuando aparecen diferencias ideológicas y mucho peor lo es, cuando esas diferencias son solo políticas.
En definitiva la traición al amigo es una cobardía imperdonable y definitiva, imposible de restañar, porque determina que cada uno se introduzca en campos diferentes, distantes y definitivos.
Nosotros, los que hemos abrazado la profesión de periodistas, si que conoceremos estas alternativas siempre lacerantes, protagonizadas por quienes se erigen en defensores de una sola verdad, la del que está arriba y tiene el poder, sin dejar para si, ni permitirle a los demás, los imprescindibles reflejos éticos que aparecen en el discenso o en el consenso, en la discrepancia o en polémica.
Pretenden y defienden solo la opinión adocenada, porque tienen dioses paganos para adorar, como antes adoraron a otros, los que siempre terminaron quebrándose por el barro en que estaban sustentados.
Pero siguieron con la misma costumbre que, ni siquiera, es una estrategia política. Es simplemente una acción reverencial ante el poder que los está descalificando a ellos mismos.
La traición entre los amantes es distinta, pues ingresamos allí en otro mundo de valores más irracionales, jugando su papel las muchas veces incontrolables pasiones humanas. ¿Quién no ha sufrido una contingencia de este tipo en su vida? ¿Quién no ha traicionado o ha sido traicionado, tocado en sus sentimientos más profundos, conmocionado de pies a cabeza por un dolor inaudito, incomprensible, que en ocasiones se convierte en insoportable?
No es que justifiquemos la traición entre los amantes, es que es comprensible que las pasiones lleven a los seres humanos por caminos diferentes y, en ocasiones, los hagan estallar, quebrando como utilizando bombas de fragmentación, las relaciones que aparecen como más firmes.
Las pasiones muchas veces son irrefrenables, van más allá de la conciencia y de las formaciones ideológicas. Las “calenturas”, a veces pasajeras y de muy corto plazo, pero llenas de esa misma pasión, muchas veces hacen que uno se olvide del otro y haya por un tercero la posibilidad de un quiebre profundo, irreparable en ocasiones con características terminales.

1 comentario:

  1. He tomado este comentario d eun blog que encontré por accidente y me pareció interesante tenerlo en cuenta.

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